domingo, 25 de marzo de 2012

La lluvia


Gregory Thielker (1979- )


Bruscamente la tarde se ha aclarado
porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
que sin duda sucede en el pasado.

Quien la oye caer ha recobrado
el tiempo en que la suerte venturosa
le reveló una flor llamada rosa
y el curioso color del colorado.

Esta lluvia que ciega los cristales
alegrará en perdidos arrabales
las negras uvas de una parra en cierto

patio que ya no existe. La mojada
tarde me trae la voz, la voz deseada,
de mi padre que vuelve y que no ha muerto.


Jorge Luis Borges (1899-1986)

domingo, 18 de marzo de 2012

Tarde de domingo


Diego Estébanez


Hoy tarde de domingo silenciosa
estoy sentada aquí de cara al cielo,
con la vida fluyéndome despacio
y tu ausencia en las manos hecha verso.

Las gentes se han marchado. Sí, las gentes
con trajes de domingo, con sonrisas
de domingo también y en la ventana
de esta calle sin luz yo sola quedo.

Te me vienes al alma en esta espera
consciente acaso de tu largo vuelo,
te derramas por dentro de mi sangre
aflorando a mis labios como un beso.

Estoy sola esta tarde de domingo
cuando todos se han ido, miro al cielo
y a mi sedienta soledad te traigo
inmaterial, inconfundible, eterno.

domingo, 11 de marzo de 2012

Peter Pan


Estudios Disney


Querido Peter Pan, por quien yo diera
hasta la última gota de mis venas,
buscando por ti el sol, las azucenas
plantadas en jardín de primavera.

Querido Peter Pan, si yo pudiera
te apartaría siempre de las penas,
haciéndote feliz, sin mas condenas,
sin encontrar el dardo que te hiera.

Pero soy Campanilla, que te adora,
una débil figura, una ficción,
un cuento no real que a nadie implora.

El fantasma de un sueño de ilusión
que sabe del llorar, pues también llora
al sonar imposible su canción.


Sofía Martínez Avellaneda

domingo, 4 de marzo de 2012

Visitación


Arnold Böcklin (1824-1901)


-Soy la Muerte – me dijo. No sabía
que tan estrechamente me cercara,
al punto de volcarme por la cara
su turbadora vaharada fría.

Ya no intento eludir su compañía:
mis pasos sigue, transparente y clara,
y desde entonces no me desampara
ni me deja de noche ni de día.

-¡Y pensar- confesé- que de mil modos
quise disimularle con apodos,
entre miedos y errores confundida!

“Más tienes de caricia que de pena.”
Eras alivio y te llamé cadena.
Eras la muerte y te llamé la vida.


Alfonso Reyes (1889-1959)