miércoles, 15 de diciembre de 2010

Navidad 2010


Tintoretto (1518-1594)



Pastores y pastoras,
abierto está el edén.
¿No oís voces sonoras?
Jesús nació en Belén.

La luz del cielo baja,
el Cristo nació ya,
y en un nido de paja
cual pajarillo está.

El niño está friolento.
¡Oh noble buey,
arropa con tu aliento
al Niño Rey!

Los cantos y los vuelos
invaden la extensión,
y están de fiesta cielos
y tierra... y corazón.

Resuenan voces puras
que cantan en tropel:
Hosanna en las alturas
al Justo de Israel!

¡Pastores, en bandada
venid, venid,
a ver la anunciada
Flor de David!...

Amado Nervo (1870-1919)


Algaire os desea mucha felicidad y que siempre encontréis un momento para disfrutar de algo tan bello como la pintura y la poesía.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Por tu silencio azul




Tú, luna, si me hablaras,
si debajo de tu corazón frío
tuvieras, libre, un alma.

Si dentro de tu silencio azul
palpitaran palabras encendidas,
a mi vencida sangre despertando.

Si tus pasos dejaran una senda
y un marcado camino
para escapar al mundo de lo incierto.

Ay, luna, si llegaras,
luz de errante desvelo,
hasta mi casa.

Si abrieras los balcones de la noche,
y entre escalas de aromas
tus manos me tendieras.

Si olvidando tu ciega indiferencia,
llenaras a mis ojos de esos verdes
paisajes, donde tienes
escondido el secreto de tu llama.

Ay, luna, siempre luna,
por tu ventura inmóvil,
inútilmente luna de mi llanto.

¡Si tu me oyeras, luna!



Elena Martín Vivaldi (1907-1998)

domingo, 28 de noviembre de 2010

El lamento


Edgard Munich (1863-1944)


Se oyó el grito sonar en lejanía,
un lamento sin fin rompiendo el velo
de aquello que ocultaba ese desvelo,
de esa tortura clamando en agonía.

Un volcán, de pasión y fantasía,
un desgarro del alma sin consuelo,
un suspirar sumido en tanto anhelo,
desconociendo noches y hasta el día.

Suplicio sin igual del ser amante
de aquello que le veda su destino,
obligado a marchar por siempre errante.

Y busca de los pájaros el trino
que palie ese dolor tan lacerante,
sin probar de la copa el dulce vino.


Sofía Martínez Avellaneda

domingo, 21 de noviembre de 2010

Barquita sureña


Algaire


Al sol, tendidas las redes.
Alfombra de hilo
reposando en la arena.
Y una barca,
que la mano amiga del pescador espera.
El mar, hoy en calma,
con ella coquetea.
Ven conmigo, le susurra.
Mis aguas te aguardan
bullendo promesas.
Un tesoro de peces te daré.
Y si quieres, para tu exorno,
un abalorio de perlas.
Y te meceré en mis brazos
de espumas y nieblas.
Quiero ser tu amante
barquita de pesca.
Desde tu proa a tu popa te amaré;
de mi pasión serás la dueña.
Deja que te acoja en mis aguas
barquita sureña.
Que hoy para ti luzco sereno,
olvidada quedó mi fiereza.
No esperes al pescador.
¡Ven conmigo!
Que me muero de impaciencia.
Yo colmaré tus redes
de peces y sirenas.
Y cuando en la madrugada
aparezca la luna,
a acicalar en mi espejo
su tez de luz morena,
yo te devolveré,
alborozada y plena;
a la segura quietud
de tu puerto en tierra.

domingo, 14 de noviembre de 2010

No me quites las canas


Jean Caron


No me quites las canas
Que son mi nobleza:
Cada cana es la huella de un rayo
Que pasó, sin doblar mi cabeza.

Dame un beso en las canas, mi niña:
¡Que son mi nobleza!


José Martí (1853-1895)

domingo, 7 de noviembre de 2010

Que no se acabe nunca


Vincent van Gogh (1853-1890)


Que no se acabe nunca este camino
por el que andamos juntos.
Que no lleguemos nunca
a donde vamos.
Doy un paso tras otro
y bien quisiera,
que los tuyos ¡tan largos!
se pararan.
Y quedarnos aquí, el uno frente al otro,
mirándonos.


domingo, 31 de octubre de 2010

El felino y los perros


Briton Rivière (1840-1920)


Tanto se elonga el felino,
estirando la cautela
que en el filo de la tapia
todo es gato y es sigilo,
a la par que exhalación.
Se anticipa cual centella
al estruendo de ladridos.
¿Acrobacia o mimetismo?...

Mas no se engañan los canes,
sabida es su afición
a recrearse en la gresca
-si es un gato tentación-
cruzándose en su camino;
no hay señuelo que venteen,
con tanta animadversión:

Si empeño pone el que gruñe,
otro arrufa enajenado
y un tercero, obsesionado,
repite sus volatines
como pelota de goma.
Por ventura para el gato,
el ímpetu del podenco
a gaticidad no alcanza…
y ocasión tendrá el minino
de jugar sus siete vidas,
antes de alcanzar refugio,
en cualesquier otra esquina.
Más que trifulca es reyerta.
¡Sabrá Dios, por qué porfían!
Si no hay gazuza que incite
a acorralar al minino…
¿Qué cuentas no saldarían
entre sí- gatos y perros-
acaso
en sus otras vidas?.


domingo, 24 de octubre de 2010

Tú eras el huracán…


Rossend Franch (1934- )


Tú eras el huracán, y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o abatirme!...
¡No pudo ser!

Tú eras el Océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡Tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo; acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque…
¡No pudo ser!


Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

domingo, 17 de octubre de 2010

Amanecer na quintana


Alfonso Iglesias López de Vivigo (1910-1978)


Asoma´l sol el focicu
al riscar de la mañana,
y como´l gran condenau
no tién respetu de nada,
ye la so primer llabor
colase por la ventana
y dir besar a la moza
que ta durmiendo na cama.

Dispués enunda de lluz
el cielo de la quintana.

Canta´l gallu en gallineru,
rebuzna´l burru na cuadra,
y un páxaru na figal,
blincandu de rama en rama,
non para de picar figos
llimpiando´l picu col ala.

Amarraes al pesebre
muxen la vaca y la xata;
mientres que´l perru xugandu
sube al horru, gufa y lladra,
y pa facese´l graciosu
cuerre detrás de la gata.

El mozu que madrugó
a segar un carru vianda,
allevántase del suelu
de cabruñar la gadaña.

Cuelga´l zapicu del cintu,
va´n busca la garabata
y baxa camín del prau
cantando allegre tonada.

Güele a oriéganu del monte
y a moñicaes de vaca.
A herba puesta´l atechu
del teyau de la tenada;
y a manzanes que maduren
dientru de la pumarada.

Oise, no se sabe onde,
el sosurrar d´una gaita,
tan sele y embruxaora,
con tal saber manexada,
que mialma paez que foise
un ánxel quian la tocara.

Quiciaves seya na fonte
entre´l mermurio del agua
y la que la fai sonar
dalguna xana encantada.

Vase la vieya pa misa
de la capilla aldeana,
onde´l sacristán del pueblu
fexu sonar la campana
al ver llegar el primer
rayiquín de la mañana.

El vieyu que dispertó
por non dexai dormir ´l asma
fai tiempo que tá sentau,
chandu´n pitu, n´antoxana,
sentau nun cepu de roble
onde hai un hacha espetada.

Alborótense les pites
porque´l gallu en so xarana
anda corriendu tras d´elles
arrastrándoyos el ala.

Y elles, por demás allegres,
a gustu con tal xarana,
armen tan gran alborotu
que´l vieyu, olvidando ´l asma,
dayos enriba del llombu
col mangu la garabata.

Dispués ya entama´l traxín
de les llabores de casa;
el facer de cada día
de la xente de llabranza.

Y aonque´l sol sigue nel cielu
non ye´l del riscar del alba,
el qu´entraba selemente,
en sin vergüenza a la cama
onde la moza durmía
en tantenes que soñaba
col mozu que toviera
po la noche na´sfoyaza.

Lo que venía a dar motivu
qu´acabara l´alboriada
que trixera de consigu
el ñacer de la mañana.


Bernardo Guardado Rodríguez (1913-1982)


Nota: La publicación de hoy es un homenaje a estos dos entrañables asturianos, el polifacético Alfonso Iglesias y el poeta Bernardo Guardado. Agradezco a las familias de ambos el permiso para poder publicar cuadro y poema.

domingo, 10 de octubre de 2010

Sol amigo


Van Gohg (1853-1890)


¿Y tú qué dices, amigo?
Tanta fanfarria en el mundo.
Sin tí, ¿qué campo es fecundo?
Sin tí, ¿quién madura el trigo?
El monarca y el mendigo
se animan con tu fulgor;
se abre en perfumes la flor,
se iluminan tierra y cielo
y el ala retorna al vuelo
cuando tú le das calor.


Alfonso Camin (1890-1982)

domingo, 26 de septiembre de 2010

Llamada


Alberto Morago (1957- )


Sentí la aldaba batir
contra la puerta.
Di licencia al amor
para que entrara
esperando inundara
mi estancia de los frutos
maduros del verano.
Fui a abrirle presurosa
la cancela,
¡No era él! era el aire
quien llamaba.
Y no me fue aquel viento
muy propicio.
¡Sólo trajo del campo,
la hojarasca!

sábado, 18 de septiembre de 2010

Oleajes


Paul Dougherty (1877-1947)


Como oleajes huraños,
deshechos sobre la roca,
pasan en carrera loca
sobre mi vida los años.
Como los viejos castaños,
firmes de tronco y ramajes;
como entre espumas salvajes
la roca heroica y erguida,
como esa roca es mi vida.
No importan los oleajes.


Alfonso Camín (1890-1982)

domingo, 12 de septiembre de 2010

Bosque


William Bliss Baker (1859-1886)


Sólo el rumor de ramas agitadas
ligeramente por el aire suave,
del aleteo súbito de un ave,
de la lluvia en las hojas agostadas.

Lo demás es silencio. Aletargadas
en los troncos las tablas de la nave,
las traviesas del tren, la viga clave,
la toza reventando en llamaradas.

A golpes de hacha, con vaivén de sierra,
saldrá del sueño, yacerá en la tierra,
y adoptará mil vidas sin latidos.

Se habrá perdido una belleza verde
que sólo la raíz tal vez recuerde
en eclosión de tallos renacidos.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Río Duero, río Duero...




Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.

Indiferente o cobarde
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.

Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.

Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.

Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.

Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada

sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.


Gerardo Diego (1896-1987)

domingo, 29 de agosto de 2010

La higuera


Ivonne Ayoub


Porque es áspera y fea;
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se visten…

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido,
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
-Hoy a mi me dijeron hermosa.


Juana de Ibarbourou (1892-1979)

domingo, 22 de agosto de 2010

Nocturno de los potros


Chris Cummings (1975- )

Potros al horizonte piafan sus quimeras.
De vuelta del galope tendido por la tarde,
saben que tras el sol las sombras, liberadas,
enloquecen y pueden tanto como el ladrido
de los canes espías.
Donde quiera que troten o pasen de andadura,
emergerá un silencio para hacer más solemne
de lo oscuro el abismo; de los perros, el coro.

Encabritado el brío, retadora
la silueta de jóvenes poderes,
algún relincho espanta, noche a noche, las bridas
del miedo y la tristeza.
Potros que desde lejos quieren decirnos tales
razones por qué huyen de nuestra rienda o doma.

Potros que nos dejaron con las manos heridas,
la intención por los suelos.
Potros que se desmandan de nuestro sueño a veces,
y ellos también se quedan no sabemos por cuántas
libertades atados.

Potros entre las sierras y los tajos del mundo,
quizás en rebeldía por un mar que no encuentran.


María de los Reyes Fuentes (1927- )

domingo, 15 de agosto de 2010

Dice la fuente


John Sloan (1871-1951)


No se callaba la fuente,
no se callaba...

Reía,
saltaba,
charlaba... Y nadie sabía
lo que decía.

Clara, alegre, polifónica,
columnilla salomónica
perforaba
el silencio del Poniente
y, gárrula, se empinaba
para ver el sol muriente.

No se callaba la fuente.
no se callaba...

Como vena
de la noche, su barrena,
plata fría,
encogía
y estiraba...
Subía,
bajaba,
charlaba... Y nadie sabía
lo que decía.

Cuando la aurora volvía...


Manuel Machado (1874-1947)

domingo, 8 de agosto de 2010

El Ángel Guardián


Bernhard Plockhorst (1825-1907)


Es verdad, no es un cuento;
hay un Ángel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.

Tiene cabellos suaves
que van en la venteada,
ojos dulces y graves
que te sosiegan con una mirada
y matan miedos dando claridad.
(No es un cuento, es verdad)

El tiene cuerpo, manos y pies de alas
y las seis vuelan o resbalan,
las seis te llevan de su aire batido
y lo mismo te llevan de dormido.

Hace más dulce la pulpa madura
que entre tus labios golosos estruja;
rompe a la nuez su taimada envoltura
y es quien te libra de gnomos y brujas.

Es quien te ayuda a que cortes las rosas,
que están sentadas en trampas de espinas,
el que te pasa las aguas mañosas
y el que te sube las cuestas más pinas.

Y aunque camine contigo apareado,
como la guinda y la guinda bermeja,
cuando su seña te pone el pecado
recoge tu alma y el cuerpo te deja.

Es verdad, no es un cuento;
hay un Ángel Guardián
que te toma y te lleva como el viento
y con los niños va por donde van.


Gabriela Mistral (1889-1957)

domingo, 1 de agosto de 2010

Es una antorcha al aire esta palmera…

Hanoi Martínez León (1943- )


Es una antorcha al aire esta palmera,
verde llama que busca al sol desnudo
para beberle sangre; en cada nudo
de su tronco cuajó una primavera.

Sin bretes y eslabones, altanera
y erguida, pisa el yermo seco y rudo;
para la miel del cielo es un embudo
la copa de sus venas, sin madera.

No se retuerce ni se quiebra al suelo;
no hay sombra en su follaje; es luz cuajada
que en ofrenda de amor se alarga al cielo;

La sangre de un volcán que enamorada
del padre sol se revistió de anhelo
y se ofrece, columna, a su morada.


Miguel de Unamuno (1864-1937)

domingo, 25 de julio de 2010

Al mar


Ernest Ange Duez (1843-1896)


Mientras tu canto resuena,
yo pienso en la patria mía...
Por sólo enterrar mi pena
en tus orillas de arena,
vine de mi serranía.

Vine por dejar mis males
en tus hondos arenales...
Mas, a tu abierto horizonte,
prefiero mi oscuro monte,
y a tus alga, mis rosales...

No cambio mis negras frondas
por tus aguas de colores;
más vine a oír sus rumores,
porque dicen que tus ondas
curan los males de amores...


María Enriqueta Camarillo (1872-1968)

domingo, 18 de julio de 2010

Balada


Eduardo Narajo (1944- )


El pasó con otra;

yo le vi pasar.

Siempre dulce el viento

y el camino en paz.

¡Y estos ojos míseros

le vieron pasar!.

El va amando a otra

por la tierra en flor.

Ha abierto el espino;

pasa una canción.

¡Y él va amando a otra

por la tierra en flor!

El besó a la otra

a orillas del mar;

resbaló en las olas

la luna de azahar.

¡Y no untó mi sangre

la extensión del mar!

El irá con otra

por la eternidad.

Habrá cielos dulces.

(Dios quiere callar.)

¡Y él irá con otra

por la eternidad!


Gabriela Mistral (1889-1957)

domingo, 11 de julio de 2010

Me voy

Isaac Levitan (1860-1900)


Me voy leve, en silencio, como el atardecer,

poco a poco, sin prisas, en busca de tu ausencia,

arrastrando mi pena transformada en querencia

de ese amor sin retorno, anhelo del ayer.


Los recuerdos persisten, no se olvida el querer,

ni se olvida ese ansia convertida en demencia,

sin poder eludirla, presa de la conciencia,

no aceptando la causa, sabiendo sin saber.


Me perderé del todo, sin rastros y sin huellas,

fundida en la mañana desapareceré

pasando a formar parte del cielo y las estrellas.


Quizás en tus recuerdos por siempre viviré,

y si estás solo y triste me verás en aquellas,

cumpliéndose los sueños, el sueño que soñé.


Sofía Martínez Avellaneda


domingo, 4 de julio de 2010

El mar

Clarkson Stanfield (1793-1867)

El mar, el mar siempre ha sido
el que me quito el pesar;
siempre he olvidado en el mar
lo que en la tierra he sufrido.
Capitán: estoy herido
y a ver mi herida no acierto.
Me curo en el mar abierto,
voy un amor olvidando
y arribo después cantando
con otro amor a otro puerto


Alfonso Camín (1890-1982)

domingo, 27 de junio de 2010

La taza de Silesia

Walter Granville Smith (1870-1938)

En sus bordes los labios se detienen.
Es hermosa la taza,
con cenefa de rosas
y dorado filo.
Aromas de café, cantueso y menta, son más intensos,
porque la taza en honda.
La miro rosa a rosa,
y me produce gozo
el color y la forma;
el saber que otros labios
han podido apreciar este refugio,
que otros ojos se han deleitado.
Sobre la mesa no es un objeto más,
no es el adorno.
Lleva tras sí miradas,
manos
labios.
Quizás un último suspiro,
un último sorbo,
o el hastío de las tardes.


Dionisia García (1929- )

domingo, 20 de junio de 2010

Désir de rivage (El deseo de la orilla)

Peder Severin Kroyer (1851-1909)

El aire es una pluma plateada
que silenciosa pincela
en la calma flotante
el deseo de la orilla.

Qué delicadamente se vacían
las huellas en la arena….
¿Qué adónde van Anna y Marie?

Grávidas de poder secreto pasean
embebidas de mar y de cielo
hacia un horizonte limpio
de zafiros transparentes.

Atrás queda el bullicio apacible
en el pueblo de casitas amarillas,
como siluetas de sal avanzan
al recreo de una luz atardecida y vagarosa
ribeteando con sus faldas la lengua de arena.

Y con el primor que usaba la belleza
revelan en la cintura sus lazos,
la fraternal sustancia
de sus confidencias.


Mª Antonia Maroto Urones

domingo, 13 de junio de 2010

Oración

Alexander Andreevich Ivanov (1806-1858)


Perdóname Señor por mi pecado
de amar mucho, sin tino, sin recato,
Tu dictamen, humilde, siempre acato,
mas por favor acógeme a Tu lado.

Quiero marchar a ti, lo he meditado
pues no soporto más este mandato,
desánimo cruel en que me abato,
sólo quiero morir, triste mi hado.

Si decido marchar, perdóname,
mas no puedo seguir en mi amargura,
en mi desgracia cruel, acógeme.

Yo supe del amor, de su locura,
y loca me volví, entiéndeme,
una loca no sabe de cordura.

Sofía Martínez Avellaneda

domingo, 6 de junio de 2010

Balada a Norma Jean

Ricardo Asensio (1949- )

Rubia como la luz te descubrimos
un día, Norma Jean, y eras la luz.
Cuerpo desnudo en la más pura desnudez.
Los ojos azules, tan azules, de niña abandonada.

Pobre, pequeña Norma, tan sencilla,
como una rebanada de pan recién cocido,
como un vaso de leche dulce y tibia,
con tu risa de flor y limonada.

Creciste pobre y bella, e ignorante.
Para nuestro recreo y para tu desgracia.
Te desnudaron aún más, hasta la última
piel, sinceramente tuya, pura y cálida.

Te pusieron un nombre nuevo, una nueva risa,
diferente a la tuya, limpia y clara.
En tus suaves labios, pintados de granate,
la voz sonaba falsa.

Te cubrieron de pieles, de ceñidos vestidos,
Chanel nº 5, satén y muselinas.
Visiones y ambiciones de pequeña estarlet.
Pobre, pequeña , dulce Norma Jean,
detrás de toda aquella mentira luminosa
te estaban enterrando.

Nosotros te mirábamos en la pantalla grande.
Hermosa, tan hermosa, como una rosa extraña.
Reías y cantabas y movías el cuerpo
como te habían dicho que lo hicieras.

Mas todo era un engaño.
Tú eras más verdadera en tu belleza
con tu rostro desnudo de maquillaje y sombras,
con tu cuerpo de niña que creció demasiado.

Te descubrimos tarde, ay, demasiado tarde.
(Sólo el cabello rubio, bajo la tela blanca),
y ese día, estremecidos y sin voz lloramos,
oh dulce Norma Jean, y rogamos por ti.


Pino Betancor (1928-2003)

domingo, 30 de mayo de 2010

Caminos

José del Riego (1960- )


Yo soñé un día caminos,
caminos de libertad.
Soñé caminos muy largos
donde poder caminar.
Recorrí algunos caminos
y encontré la soledad,
más no cejé en el empeño
y cogí otros para andar.
Recorrí dichos caminos
para empezar a buscar,
más no hallé lo que buscaba,
que era mi felicidad.
Fue al final de otro camino
que una voz me dijo sin más:
“No existen ya más caminos
para quien no quiere andar”.
Yo soñé un día caminos,
buscando algo más allá
y me encontré a mi mismo
camino de la verdad.

Patricio Nájera (1953- )

domingo, 23 de mayo de 2010

Estas cuatro paredes

Wilhelm Hammershoi (1864-1916)

Estas cuatro paredes
me envuelven blandamente, como un lienzo
tejido con espumas,
en las noches de cálidos recuerdos.
Por sus poros inertes
de ladrillo y cemento,
penetran las pupilas de la luna.
Y me miran, rozándome,
sus destellos de luz, nevadas plumas.

Por la espiral de plata de un anhelo,
intangibles imágenes descienden
y trenzan con mis sueños largas danzas.

Esas cuatro paredes me conocen,
más, mejor que yo misma.
Saturadas están de pensamientos,
de risas y de lágrimas.
Como la madreselva, perfumadas
intensamente, con mi propio aliento.
Empapadas del eco de mi voz
como una tierra fértil,
después de haber gustado largamente
húmedos pedacitos de las nubes.
Alimentadas con el pan constante
de mi presencia, alma,
y mi presencia, cuerpo,
palpitan en su carne muda y fría,
horas largas y azules de mis noches
pedazos de mis días.


Cristina Lacasa (1929- )

domingo, 16 de mayo de 2010

Su mirada

Teo Basterra (1961- )

Los ojos de aquella mujer
eran aleteos de manzanos
en la línea incompleta
de mi habitación.
Eran lluvia errante o un rayo de luz,
dos flores de lágrimas profundas,
un cielo herido,
islas a la deriva,
pupilas frágiles llenas
de palabras inolvidables.

¡Cuánta desnudez muestran sus ojos!
En el silencio.
Silencio que seduce y absorbe,
que no ignora los versos secretos
escritos con lápices romos,
con tinta de roja espuma eterna.

Y su sonrisa redondea la luz de la tarde.

Quisiera estar siempre
mirando los mismos ojos,
la misma luz dispersa,
inalcanzable y tenue.

Mi amor es demasiado
grande para esconderlo
en el corazón de un pájaro.

Mi amor es demasiado
pequeño para sus manos.

¿De dónde ha venido esta mujer
que da cobijo a todos los nombres?

Sólo la voz de su mirada
conoce los ecos de mi locura.

¡No la he amado bastante!


Teo Basterra (1961- )

domingo, 9 de mayo de 2010

Canción al niño pobre

Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682)


¡Ay, mi dolor pordiosero
tu voz y tu figura
me tienen robado el sueño!

Quiero cantar mi nana
al niño pobre y hambriento
que busca entre basuras
migajas de pan reseco.
Cantar quiero y canto
con los pulmones abiertos
para que entre despacio
aire puro y bien fresco.
Cantar quiero y canto
con las fuerzas que hoy puedo
a vosotros que tenéis
el corazón casi yerto.

¡Ay, mi dolor pordiosero!

Duérmete, mi triste niño,
con luz de tibios luceros
que los oídos del rico
están llenos de cemento.
Mientras tú padeces hambre
y tu destino es incierto
ellos tienen cada día
sus bolsillos más repletos.
¡Y dicen que hay equidad
y un buen dios justiciero!
pues que se deje de alturas
y baje a ras de suelo
y consuele para siempre
a mi niño pordiosero.

Quiero cantar muy fuerte
con las olas y los vientos
con las nubes pasajeras
con las flores de los huertos
con los jazmines nevados
con los rayos y los truenos
con las violetas del monte
a mi niño pordiosero,
aquel que tiene vacío
su corazón y su cuerpo.
Su corazón de amor
y su cuerpo de pan tierno.

¡Ay, mi dolor pordiosero
tu voz y tu figura
me tienen robado del sueño!


Miguel Correas (1947- )

domingo, 2 de mayo de 2010

El río enamorado

José del Riego (1960- )


De la roca brotó tímidamente,
miró al sol, asomando la cabeza,
poco a poco mostró su gran destreza
resbalando por ella dulcemente.

El agua cristalina, mansamente,
aumentó su caudal y su nobleza,
se convirtió en un río, sin pereza,
que jubiloso fue al mar alegremente.

El mar, que era mujer, le recibió,
mezclándose la sal con la dulzura
que el río como amante le ofreció.

Y abrazados los dos con gran ternura,
a la sal de su amada se entregó
por siempre y para siempre en su ventura…


Sofía Martínez Avellaneda

domingo, 25 de abril de 2010

Aquellos pinceles

Felipe Santamans (1951- )


Miro los viejos pinceles usados,
gastados de crear vida y esperanza
sobre la tela azotada por años
de olvido, endurecido y frío
que construye mi piel envejecida.

Quiero sentir de nuevo el vigoroso
aroma de óleo fresco y trementina,
de trapaza manchada de pintura,
de humo gris de cigarro encendido,
de tu cuerpo claro y desnudo.

Quiero que la música me acompañe
en el loco deseo de alcanzarte,
y que el color llene de luz tus ojos,
y que tu melancólica belleza
se irradie en el aire y en los sueños,
y la pintura mía quede prendada
de tu boca, de tu ombligo y tus senos.

Pintura inacabada, lienzo aún blanco,
paleta de pintura acumulada
que el polvo, insensible a los sueños, mata.

Pinceles sucios ha tiempo olvidados,
pinceles de sueños inacabados,
pinceles de pobre juventud ya ida,
pinceles solitarios, secos, yermos.

Pinceles que deseo tomar de nuevo
y manchar mis torpes dedos cansados
de no crear, de estar y no ser nada.


Teo Basterra (1961- )

domingo, 18 de abril de 2010

En que da moral censura a una rosa, y en ella a sus semejantes.

Alberto Morago (1957- )

Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.

Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.

¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida

de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!


Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695)

domingo, 11 de abril de 2010

Serena madurez

Louis Charles Moeller (1855-1930)


Seguimos siendo dos, nada ha cambiado
a pesar de los años transcurridos,
de los sueños ganados o perdidos,
de la vida, mi amor, que hayamos dado.
Seguimos siendo dos, solo ha menguado
la pasión juvenil que antaño fuera
fecundo amanecer, la primavera
que hoy pueblan ya las flores otoñales.
Y es tierno atardecer tras los cristales
de nuestra unión serena y placentera.

Mario Martínez (1949- )

domingo, 4 de abril de 2010

Balada de la estrella

Alfred Stevens (1828-1906)

-Estrella, estoy triste.
Tú dime si otra
como mi alma viste.
-Hay otra más triste.

-Estoy sola, estrella.
Di a mi alma si existe
otra como ella.
- Si, dice la estrella.

- Contempla mi llanto.
Dime si otra lleva
de lágrimas manto.
- En otra hay más llanto.

- Di quién es la triste,
di quien es la sola,
si la conociste.

- Soy yo, la que encanto,
soy yo la que tengo
mi luz hecha llanto.


Gabriela Mistral (1889-1957)

domingo, 21 de marzo de 2010

Cumpleaños

Pablo Ruiz Picasso (1881-1973)


Yo lo noto: cómo me voy volviendo
menos cierto, confuso,
disolviéndome en el aire
cotidiano, burdo
jirón de mi, deshilachado
y roto por los puños.

Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho.


Ángel González (1925-2008)

domingo, 14 de marzo de 2010

La silla que ahora nadie ocupa

Iván Quesada

Con la vista clavada sobre la copa
se halla abstraído el padre desde hace rato;
pocos momentos hace rechazó el plato
del cual apenas quiso probar la sopa.

De tiempo en tiempo, casi furtivamente,
llega en silencio alguna que otra mirada
hasta la vieja silla desocupada
que alguien, de olvidadizo, colocó en frente.

Y, mientras se ensombrecen todas las caras,
cesa de pronto el ruido de las cucharas
porque insistentemente, como empujado

por esa idea fija que no se va,
el menor de los chicos ha preguntado
cuándo será el regreso de la mamá.


Evaristo Carriego (1883-1912)


domingo, 7 de marzo de 2010

Mujer en el andén

Paul Delvaux (1897-1994)

Mujer en el andén, quemando esperas,
en pausado, monótono paseo,
qué callada quietud de mausoleo
alza a tu alrededor densas barreras.

Las horas se suceden, desesperas;
trenes en reincidente martilleo
de frenos, llegan y se van; flirteo
de nostalgia y pesar. Ah, si supieras….

Si supieras que no habrá pasajero
ávido rastreando el hervidero
del gentío, buscando tu semblante.

Si supieras qué tarde es ya en tu día,
cómo viene la noche, tan sombría,
qué distante está el alba, que distante.

Francisco Álvarez Hidalgo

Nota: Gracias a Carmensabes por proporcionarme este cuadro de Paul Delvaux.

domingo, 28 de febrero de 2010

Con tacones altos

David Shterenberg (1881-1948)

Y yo llevaba un gorro
muy moderno. Parecía
una extraña cazuela.
Unos tacones leves y muy altos.
Un abrigo atrevido.
Unos guantes y un bolso de color avellana.
Los labios y los ojos pintarrajeados.
No debía de ir mal.

Las mujeres
volvían la cabeza
para mirar la hechura del abrigo.
Los hombres….

Pero yo,
bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.

Y añoré
mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
mi abrigo deportivo,
mi tez morena, solamente al agua.

Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
Yo te decía
que estaba muy ridícula con todo aquello.
Tú dijiste que si.
Y compartiste
el tan amargo leve movimiento
de mis labios oblicuos.


María Elvira Lacaci (1928-1997)


domingo, 21 de febrero de 2010

Hoy no puedo morirme

Evelyn de Morgan (1855-1919)


Hoy no puedo morirme.
Lo siento, mas no tengo
tiempo para perderlo con tus pequeñas cosas.
He dejado inconclusas
mil emociones nuevas que no admiten demora,
ilusiones tardías que buscan en el alma
rincones donde asirse,
recuerdos que he logrado
rescatar ayer mismo de la esquiva memoria.
Aún debo mis disculpas
a varios conocidos a los que sin quererlo
herí con la torpeza de mi arrogancia altiva,
con el gesto iracundo
o la injusta palabra.
Aún debo aclarar cosas que a menudo me inquietan,
como si Dios existe
o la verdad es eterna,
si fue feliz mi vida, si mereció la pena
tribulaciones, llantos,
tanta renuncia expresa que atrás fuimos dejando.
¡Que no puedo morirme!
¡Me da igual si te empeñas!, tengo fechas pendientes.
Quiero ver como un día trepa la verde hiedra
que sembré la otra tarde a la sombra del patio.
Quiero saber si el nido del árbol de la plaza
que despobló el invierno,
se llena de gorriones allá por primavera.
Y tengo que decirle a mi mujer te quiero
más de doscientas veces,
todas las que el silencio de una manera absurda
me congeló en los labios;
y decirle a mis hijos
que es el amor quien dicta cada paso que he dado,
y saberlos felices en un mundo que luce
fanal de desencantos.
Tengo varios poemas a falta de unos versos,
un corazón que siente,
una mente que piensa,
y unos viejos oídos que esperan derretirse
cuando oigan la dulzura de la palabra abuelo.
Así que ya ves, muerte, no es el mejor momento.
Marcha y vuelve otro día,
cuando pase algún tiempo,
cuando me sienta inútil
y tenga el alma toda repleta de silencios.

Mario Martínez (1949 - )