Bernardo Strozzi (1581-1644)
Érase una mujer tan narcisista,
que andaba enamorada del reflejo
que de su propia imagen el espejo
le devolvía siempre ante la vista.
Vestíase a la moda consumista
sin miedo al que dirán, sin más complejo
que el olvidarse su perfume añejo
los días que salía de conquista.
Ligaba más bien poco, pero a veces
una simple mirada conseguía
dejar todos sus goces satisfechos.
Y aquello alimentaba estupideces
de eterna juventud, porque tenía
la dama los noventa recién hechos.
7 comentarios:
Guapa la pintura, preciosa la poesía.
Pero yo me pregunto, ¿se miraría en un espejo o quizás lo hacía en una pintura hecha cuando tenia 30 primaveras?
No puede venir más "pintada" la pintura al texto.
No de noventa, pero sí sé de algunas que pasado los cincuenta...
De todas maneras esta clase de vanidad no me resulta del todo ridícula:)
Me ha encantado el post y el tema de hoy:)
Besos
Las hay que no se rinden nunca...
Hasta el título del post está conseguido. Abrazos
Unjubilado - :-) Yo diría que es un espejo bastante complaciente.
TriniReina – Hay muchas a las que las pierde el espejo, pero en fin, si son felices así no hay problema.
Senior Citizen – Y que lo digas.
Ligia – Si, hoy forma todo un buen conjuto.
Un poema con su espejo apropiado. Abrazos.
Fgiucich - :-)Nunca tan bien dicho, con espejo.
Publicar un comentario