jueves, 30 de noviembre de 2006

Última rima

Peter Ilsted (1861-1933)

Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible,
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.

Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.

¡Oh, mi amado! ¡Mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses,
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.

¡Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma!

Juana Borrero (1877-1896)

Soneto a Jesús crucificado

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez
(1599-1660)

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo (Siglo XVI)
(Atribuido de Santa Teresa de Jesús)

domingo, 26 de noviembre de 2006

Ahora

Alfred Glendening (1861-1907)


Ahora, en estas mañanas tan cansadas,
cuando ya he renunciado a pedir y a esperar,
con el jardín entero para mí,
para mi mal suntuosamente mío,
yo pienso en los amigos que no volveré a ver,
en las cosas queridas y perdidas,
en los amores rechazados,
en aquellos mis días de sol…..

Vincenzo Cardarelli (1887-1959)

miércoles, 22 de noviembre de 2006

La niña y la mariposa

Johann Georg Meyer von Bremen
(1813-1886)

Va una mariposa bella
volando de rosa en rosa,
y de una en otra afanosa
corre una niña tras ella.

Su curso, alegre y festiva,
sigue con pueril afán,
y con airoso ademán
la mariposa se esquiva.

A veces con loco intento
quiere hacer presa en sus galas,
y en vez de tocar sus alas,
toca las alas del viento.

Y su empeño duplicado
cuanto más corre afanosa,
más leda la mariposa
va su inocencia burlando.

La ciñe con rápido giro,
y al ir a cogerla esbelta,
por cada vez que se suelta,
suelta la niña un suspiro.

Mas, sin ceder en su anhelo,
presta una y la otra ligera,
ni una acorta su carrera,
ni la otra amaina su vuelo.

Y vagan embebecidas,
sin sentir indiferentes
ni el son de las claras fuentes
ni el de las auras perdidas.

Ni los pájaros que espantan,
entre las ramas divisan,
ni ven las flores que pisan,
ni oyen las aves que cantan.

Y mientras éstas cantando
siguen con plácido estruendo,
la niña sigue corriendo,
la mariposa volando.

-Amaina el vuelo sereno,
mariposa,
de quien es albergue el seno
de la rosa.
¿Por qué en tan dulce ocasión
vas sin tino,
huyendo así la prisión
de lazo tan peregrino?.

Reina de las blandas flores,
sus enojos
no temas, ni los ardores
de sus ojos,
porque ese puro arrebol
que enamora,
si es luciente como el sol,
es tierno como la aurora.

Entre mil palmas no hay talle
más galano,
ni azucena en todo el valle
cual su mano.
No oirás de su voz divina
la dulzura,
ni en el ruiseñor que trina,
ni en el raudal que murmura.

Aprende el aura a ser leve
de su planta,
y, para formar con nieve
su garganta,
le dio el cisne el atavío
de su pluma,
lumbre la aurora, y el río
su plata, cristal y espuma.

-No sigas más la inconstante
mariposa,
enamorada y errante
niña hermosa,
que al fin vendrá a ser cautiva
de tu llama,
si aun amorosa, aunque esquiva,
la luz de los cielos ama.

Y aunque aspira de mil flores
la fragancia,
no imites en tus amores
su inconstancia;
que al fin de tanto vagar,
suele, hermosa,
entre las flores hallar
la hierba más venenosa.

Imita sólo su vuelo,
pues serena,
jamás, niña, toca el cielo
ni la arena.
Quien se humilla o sin razón
subir quiere,
muere a manos de un halcón,
si a las de un áspid no muere.

Mas, ¡ay!, que vas en pos de ella
vagarosa,
sin escuchar mi querella,
niña hermosa.
Sigues con presteza tanta
tu contento,
que así encomiendas tu planta,
como mi súplica al viento
-
Y en tan inocente afán,
como su gusto entretienen,
así vagabundas vienen
y así vagabundas van.

A veces en su embeleso
la mariposa al pasar,
suele fugaz estampar
sobre su mejilla un beso.

Y rauda su vuelo alzando,
la niña de ángel blasona,
al trazar una corona
sobre su frente girando.

Y siguen acordemente
la mariposa en sus giros,
la niña con sus suspiros,
con sus rumores la fuente.

Vagan los aires suaves
formando dobles acentos,
y al grato son de los vientos
siguen cantando las aves.

Y entre tanta melodía,
tanta corriente murmura,
que es todo el aire frescura,
aroma, luz y armonía.

Y susurrando congojas,
prosiguen mintiendo quejas,
en el pensil las abejas
y en la enramada las hojas.

Y tiernas flores hollando
y frescas auras batiendo,
la niña sigue corriendo,
la mariposa volando.

Ramón de Campoamor y Campoosorio
(1817-1901)

jueves, 16 de noviembre de 2006

La siesta

Pedro Lira (1872-1901)

En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.

Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.

Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento mas anheloso....

Murmura luego su nombre: nadie contesta...
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta!.

Serafín y Joaquín Alvarez Quintero
(1871-1938)(1873-1944)

lunes, 13 de noviembre de 2006

Como la ola en el mar

William Adolphe Bouguereau (1825-1905)

Como la ola en el mar,
vino a mí. Después se fue
como la ola en el mar.
Ola y mujer
son igual.
Yo en mi sitio me quedé
como el muro frente al mar.
Pasó el tiempo y la miré
de nuevo a mí retornar,
rota en suspiros y espumas,
como la ola en el mar.
Entre lamento y lamento,
sonreír y suspirar,
se abrió tumba en mi cimiento
y yo seguí, cara al viento,
como el muro frente al mar.

Alfonso Camín (1890-1982)

Corderito

Hughes Merle (1823-1881)


Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.

Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.

Me olvidé del mundo
y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustento.

Yo sé de mí sólo
que en mí te recuestas.
Tu fiesta, hijo mío,
apagó las fiestas.

Gabriela Mistral (1889-1957)

Como velas de un barco

Edward Gordon (1940-)


Entra el viento abombando los visillos
como velas de un barco. Pero el barco
no se mueve, a pesar de que los vientos
parecen faborables. Hace años
que viajo sola a bordo de esta nave.
Y me pregunto qué problema técnico
la tiene anclada en medio de esta nada.
Así que no podremos encontrarnos,
a pesar de que el viento es favorable,
de mi experto manejo del timón
y de mis ganas de llegar a puerto
.

Amalia Bautista (1962-)