domingo, 26 de junio de 2011

La ciega


Susana Rojas Torres (1933-2009)


¡Todo es noche, noche oscura!
Ya no veo la hermosura
de la luna refulgente;
del astro resplandeciente
tan sólo siento calor.
No hay nubes que el cielo dora:
ya no hay alba, no ha aurora
de blanco y rojo color.
Ya no es bello el firmamento:
ya no tienen lucimiento
las estrellas en el cielo
-todo cubre un negro velo-,
ni el día tiene esplendor.
No hay matices, no hay colores;
ya no hay plantas, ya no hay flores
ni el campo tiene verdor.
Ya no gozo la belleza
que ofrece Naturaleza,
lo que al mundo adorna y viste;
todo es noche, noche triste
de confusión y pavor.
Doquier miro, doquier piso,
nada encuentro, y no diviso
más que lobreguez y horror.
Pobre ciega, desgraciada,
flor en su abril marchitada,
¿qué soy yo sobre la tierra?
Arca do tristeza encierra
su más tremendo amargor;
y mi corazón enjuto
cubierto de negro luto,
es el trono del dolor.
En mitad de su carrera,
cuando más luciente era,
de mi vida el astro hermoso,
en eclipse tenebroso
por siempre se oscureció.
De mi juventud lozana,
la primavera temprana
en invierno se trocó.
Mil placeres halagüeños,
bellos días y risueños,
el porvenir me pintaba,
y seductor me mostraba
por un prisma encantador.
Las ilusiones volaron,
y en mi alma sólo quedaron
la amargura y el dolor.
Cual cautivo desgraciado
que se mira condenado
en su juventud florida
a pasar toda su vida
en una horrenda prisión;
tal me veo; de igual suerte,
sólo espero que la muerte
de mí tendrá compasión.
Agotada mi esperanza,
ya ningún remedio alcanza
ni una sombra de delicia
a mi existencia acaricia;
mis goces son el sufrir;
y, en medio de esta desdicha,
sólo me queda una dicha,
y es la dicha de morir.


María Josefa Mujía (1820-1888)

domingo, 19 de junio de 2011

Bel-la, cinco meses


Georges Stubbs (1724-1806)


Ah, la dulzura en flor de esta gatita,
vertiéndose en maullido y ronroneo,
y su perseverante jugueteo,
que sólo apremio de dormir limita.

No es ya la exigua forma circunscrita
al hueco de mis manos; hoy la veo
adolescente casi, y me recreo
en cuanto la provoca o ejercita.

Bien por valentonada o travesura,
se tenderá en el punto de lectura,
o de otra actividad, sobre la mesa.

Y su rostro bribón semidormido
conseguirá que nada esté prohibido
a quien con tanta exquisitez se expresa.


domingo, 12 de junio de 2011

La rueca


Katherine D.M. Bywater


La virgen hilaba,
la dueña domía,
la rueca giraba
loca de alegría.

¡Cordero divino,
tus blancos vellones
no igualan al lino
de mis ilusiones!

Gira, rueca mía,
gira, gira al viento,
que se acerca el día
de mi casamiento.

Gira, que mañana
cuando al alba cante
la clara campana,
llegará mi amante.

Hila con cuidado
mi velo de nieve,
que vendrá el amado
que al altar me lleve.

Se acerca: le siento
cruzar la llanura,
me trae la ternura
de su voz el viento.

Gira, gira, gira,
gira, rueca loca,
mi amado suspira
por besar mi boca.

¡Cordero divino,
tus blancos vellones,
no igualan al lino
de mis ilusiones!

La niña cantaba,
la dueña dormía,
la luz se apagaba
y sólo se oía
la voz crepitante
de leña reseca
y el loco y constante
girar de la rueca.


Francisco Villaespesa (1877-1936)

domingo, 5 de junio de 2011

Amistad


Eugenio Ocaña Afán de Rivera (1978- )


Es la amistad un vaso delicado
tallado en confianza permanente,
que no se niega nunca a ser usado
y en trago bueno o malo transparente.

Es olvido veraz tras tenso enfado,
una mano tendida ante lo urgente,
un amistoso gesto si has llorado,
de comprensión y ayuda, continente.

Es no ensuciar de envidia la alegría,
no alegrarse en la pena neciamente,
ser en obra y consejo consecuente,

y hacer de tu palabra garantía.
Es compartir bebiendo en armonía
el néctar agridulce del presente.