martes, 1 de mayo de 2007

El dulce milagro

Auguste Toulmouche (1829-1890)


¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante besóme las manos y en ellas
¡Oh, gracia!, brotaron rosas como estrellas.

Y voy por la senda voceando el encanto
y de dicha alterno sonrisas con llanto
y bajo el milagro de mi encantamiento
se aroman de rosas las alas del viento.

Y murmura al verme la gente que pasa:
-¿No veis que está loca? tornadla a su casa.
¡Dice que en las manos le han nacido rosas
y las va agitando como mariposas!.

¡Ah, pobre la gente que nunca comprende
un milagro de éstos y que sólo entiende
que no nacen rosas más que en los rosales
y que no hay más trigo que el de los trigales!.

Que requiere líneas y color y forma
y que sólo admite realidad por norma.
Que cuando uno dice: “Voy con la dulzura”,
de inmediato buscan a la criatura.

Que me digan loca, que en celda me encierren,
que con siete llaves la puerta me cierren,
que junto a la puerta pongan un lebrel,
carcelero rudo, carcelero fiel.

Cantaré lo mismo: -Mis manos florecen,
rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
¡Y toda mi celda tendrá la fragancia
de un inmenso ramo de rosas de Francia!.

Juana de Ibarbourou (1892-1979)