miércoles, 15 de agosto de 2007

El libro de Zaynab. Madinat al-Muluk. XII

Rudolf Ernst (1854-1932)

Hoy he ido al hamman por encontrarte,
lo hago por ti, mi amor,
que me disgusta entrar,
mentir que he estado enferma,
pensando que las aguas que nos limpien
tal vez sean las mismas.

Abandono mis ropas y me cubro
con una blanca sábana
y, paciente, espero en la sala fría;
después penetro en al-bayt al-sajún
donde el vapor huele a un agrio sudor
y a partes escondidas.

Me adormilo transpirando
el pesar de no encontrarte nunca.

Con tafl, la masajista
se entretiene en mi pelo
y con nura mis piernas quedan suaves
como el pecho de un niño.

Oigo que otras mujeres
se descubren su amor o su desdén,
manchan su corazón con impudicias.

Y me entrego callada
a las ligeras manos de la joven,
despertando, al pronto, de mi sopor
si sumerjo mi cuerpo
en la pila de mármol;
sus aguas transparentes
susurran como el pozo de un oasis,
limpian mi miedo, me hacen olvidar
el ingrato diálogo.

Son sus roces tus dedos
cuando llegas desde la calle oscura,
pues salgo de los baños perfumada
y colmada de besos invisibles.

Ay, que el Señor perdone
mi pequeña mentira.


Ogigia