domingo, 3 de julio de 2011

Rostros del recuerdo


William Hogarth (1697-1764)


Voy perdiendo los nombres y las fechas,
pero los rostros permanecen vivos;
los contemplo, me observan, aún cautivos
de memorias que van quedando estrechas.

Maduraron en fértiles cosechas,
colmando mis graneros, y hoy, furtivos,
desde su sombra atisban mis cultivos,
poblando mis parcelas de sospechas.

Forman un club privado, y el recelo
corre a su propio afecto paralelo,
reclamando cada uno preferencia.

Pero todos me escuchan y me acatan.
Si llega un nuevo miembro, se aclimatan,
Viven en paz, y aprenden coexistencia.


10 comentarios:

Senior Citizen dijo...

Por lo que he visto, en las personas que pierden la memoria lo último que se va son los rostros de las personas. Quizá no saben quienes son, pero reconocen una cara amiga.

Ligia dijo...

...Y lo que fastidia no saber quiénes son, aunque sepas que los conoces...
Abrazos

Trini Reina dijo...

Nunca o casi nunca, para no ser extremistas, olvido un rostro. Claro que me devano los sesos pensando, cómo se llamaba o dónde lo vi...Pero el rostro siempre en la memoria.

Besos

Algaire dijo...

Senior Citizen – Si, creo que es así, pero de todas formas que triste es no poder ponerles nombre.

Ligia – Por supuesto, lo se por experiencia porque a mi ya me pasó alguna vez.

TriniReina – Como le dije a Ligia a mi ya me pasó el no relacionar una cara con un nombre y cuando eso pasa se siente una muy incómoda.

fgiucich dijo...

Cuánta verdad en estos versos que pintan esos momentos terribles en que no nos acordamos del nombre pero sabemos quién es. Abrazos.

Algaire dijo...

Fgiucich - Yo creo que a todos nos pasa alguna vez que vemos a alguien a quien sabemos que conocemos pero no somos capaces ni a ponerle nombre ni a ubicarlo en algún lugar.

rosa dijo...

Como siempre has encontrado la combinación adecuada entre cuadro y poesía.

unjubilado dijo...

Yo soy muy mal fisonomista y además en muchas ocasiones no recuerdo el nombre.
Hace una semana esperando entrar a la consulta del médico de cabecera, se me acerca un matrimonio y el me pregunta "No sabes quienes somos?"
La cara del hombre me sonaba, pero no tenía ni idea. Ellos recordaban mi nombre desde que los dejé de ver hacía unos 35 años, eran el profesor de gimnasia y la tutora del centro donde habían estudiado mis hijos, de pequeños.
Saludos

clariana dijo...

¡Cuánto les debemos a nuestros antepasados y que bien lo plasma esta poesía!
En cambio, en nuestra época, con todo lo que se está arrasando con el planeta, poco parece que se piense en las generaciones que llegan y las venideras. Lamentable.
Un post muy actual y para reflexionar. Un beso.

Algaire dijo...

Rosa – Esta vez fue más fácil, la suerte estuvo conmigo.

Unjubilado – Pues yo las caras suelo recordarlas, pero lo que en ocasiones no soy capaz es de ponerles un nombre.

Clariana – No se cuanto se pensaría antes, pero ahora se puede decir que vivimos al día sin pensar en mucho más.